martes, 18 de septiembre de 2007

lalalala


Aclaremos las cosas
por Ignacio Imaz... si si, lalalala
El timbre suena. El dueño de casa se dirige a la puerta acompañado de una nostálgica sonrisa. La abre como si estuviera esperando a alguien “¿Como estas Carlitos? ¡Tantos años sin vernos!” Se dan un caluroso abrazo y Carlos le contesta. “Mejor que vos seguro que no, ¡Estás hecho un pendejo!”
El dueño de casa descorcha un tinto en la cocina mientras Carlos espera en el living.
Le sirve una copa al invitado “¿Fijate que tal esta el vinito?” Y desaparece por el pasillo que conduce a las habitaciones. Pasados unos minutos reaparece con un álbum.
“Un espectáculo el vino.” Dice sin sospechar Carlos.
El dueño de casa le entrega lo que fue a buscar. “Carlitos, Mirá estas fotos, fijate la pinta que teníamos.”
Carlos comienza a disfrutarlas. Cuando llega a la última, se levanta de forma alterada dejando caer la silla.
“¡De donde sacaste esta foto, hijo de puta!” Se balancea violentamente hacia el dueño de casa, pero su intento es en vano. Siente un fuerte mareo, la vista se le nubla y se desvanece en el suelo
El dueño de casa le escupe la cara. Y con una tranquilidad que no sentía desde hace quince años, vuelve a desaparecer, por el pasillo que conduce a las habitaciones.

lunes, 17 de septiembre de 2007

Nachito te la cuenta




Escena catorce: La nona y el nieto
por Ignacio Imaz... si si, nachito
La nona esta en su casa, hace catorce años que su nieto no la visita. Está sentada en el sillón del living, la tele está prendida. Teje un pulóver para su nieto. Nunca perdió las esperazas de que algún día regrese. Tiene preparado catorce talles. Espero que alguno le quede bien.
Se levanta con esfuerzo del sillón, va a la cocina, pone la pava para los mates y se va a regar las plantitas del balcón. Vuelve, se queda paralizada en el medio del living, mira a su alrededor. Trata de acordarse que hacía diez minutos atrás. Su memoria atrofiada no se lo permite.
Se pone a ordenar algunos papeles. Hace catorce años esperan sobre la mesa.
Se duerme en el sillón, las agujas de tejer se desparraman en el piso. La puerta se abre, el nieto entra, deja la campera en el perchero, le da un beso en la frente a su nona. Hay olor a quemado. Corre a la cocina, apaga el fuego, la pava está roja y vacía.
Vuelve al living, la nona se despertó, abraza a su nieto, lo aprieta con ternura. Le pregunta con nostalgia que hizo durante su ausencia. El nieto comienza a contarle. Generalmente tarda treinta minutos en contarle lo mismo todo los días. Se pone el pulóver que elige siempre. Le agradece a su nona por el regalo, se va a comprar pan y desaparece por catorce años.