lunes, 22 de octubre de 2007

Así es brother



Sublevación neuronal

Por Ignacio Imaz (el oficinista)


Aldo es una persona que llega puntual al trabajo, nunca dialoga con nadie, no mira a los ojos, y su vida afuera de la oficina es un misterio.
Trabaja sentado frente a un pequeño escritorio. Hace treinta años que realiza los balances diarios de una empresa de publicidad.
Aldo está obsesionado con una empleada, La del escote verde. Ella trabaja en el primer piso, y nadie de la empresa la conoce.
Cuando La del escote verde entra a trabajar, Aldo trata de desnudarla con la mirada. Examina el tobogán de su nariz, se divierte con el movimiento de sus rulos y disfruta sus ojos árabes. “Es perfecta” suspira Aldo.
Esta secuencia dura aproximadamente diez segundo por día. Desde que La del escote verde entra a trabajar hasta que su imagen se pierde por la pared que oculta a las escaleras.
Aldo siempre intentó eliminar su cancerígena timidez. Nunca puede expresar lo que siente, la vida se le va arrugando y el se asfixia cada vez más. “Hoy no me para nadie, hoy le rompo la boca de un beso”. Agitan las prisioneras neuronas de Aldo.
Agarra un puñado de papeles arriba del escritorio, se los mete en la boca y los escupe con fuerza. Se levanta como un resorte de la silla. Encara la pared que oculta a las escaleras y las sube. La del escote verde esta a diez pasos. Se acerca, le toca el hombro, ella se da vuelta. “Estoy loco por vos, sos la razón de mi respiro. Te amo”. Tartamudea Aldo. Se ahoga, cae de rodillas. Apoya sus manos en el piso y comienza a llorar en forma exagerada. Su cuerpo comienza a tener convulsiones.
Aldo sigue arrodillado, sus lágrimas recorren sus brazos y caen al piso. “Te amo, te necesito” le susurra a La de escote verde. Se seca sus ojos con la camisa. Se pone en pie. Camina hacia las escaleras, mira su reloj, se detiene. Observa la oficina, solo ve un charco de lagrimas. Sacude su cabeza como buscando explicación. Se da vuelta y con la mirada cobarde en el piso baja las escaleras.

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